Digo esto porque hay estudios que expresan que aquellas que pican son prevalentemente mosquitas o zancudos hembras.
Decía, que venía luchando contra los mosquitos en las noches otoñales de mi querida Lima.
No debo estar haciéndome entender, porque las muy granujas me atacan todas las noches sin parar, no les importa si es lunes, jueves o sábado, tampoco les importó que el gobierno haya decidido eliminar el feriado del 07 de junio (que homenajeaba la batalla de Arica). Me picaron igual, como si fuera la venganza, por alguna culpa que al menos Yo, desconozco. No es que sea un “Pan de Dios”, pero es que hasta el más vil delincuente necesitar saber el ¿porqué lo castigan?
El encierro en el que me mantienen mis socias como si fuera el Conde de Montecristo, ha impedido que mis brazos tomen el bronceado adecuado y deje de parecer un fantasma. Urge que consiga siena tostado para darle una mejor de tonalidad a mis brazos, aunque no lo voy negar, con ese rojo intenso se ve un poco mejor.
En cuanto a mis socias, que dicen no ser feministas, a todas luces, son esclavistas. Desconocen el mandato del Ex Presidente Ramón Castilla, aquél que abolía la esclavitud en el Perú, el mismo que rubricado y promulgado el 3 de diciembre de 1854.
Semana tras semana la lucha ha sido intensa, la contienda ha producido una infinidad de víctimas, que mi habitación parece el desembarco de Normandía en el “Dia D”. Dudo que las mosquitas muertas hayan sido japonesas kamikazes, creo que tiene ver más con mi encanto, con mi charm, con mi glamour, cosas que ni siquiera la naturaleza puede impedir y menos evitar.
Quisiera contarles con lujo de detalles cada uno de esos encuentros íntimos con las mosquitas muertas, pero, como buen caballero que soy, “No tengo memoria”
No puedo contar los detalles de esos encuentros amatorios, porque el dolor que siento en el codo me impide seguir escribiendo, mi muñeca cada vez está más lenta y mis dedos están ligeramente adormecidos que con las justas puedo utilizar el dedo índice de mi mano izquierda para golpear el teclado.
No he crecido en esos ámbitos, me han educado para ser fiel a mis principios, fiel a una sola tóxica, no podría hacer un trío y menos vivir un poliamor.
Y bueno, soy chapado a la antigua, que le vamos hacer…
Hubo en Rusia un hombre llamado Phineas Gage, él si era un “Pan de Dios”, trabajaba como albañil. Una tarde, mientras trabajaba en un piso inferior del edificio en construcción, una barra de hierro se cayó desde uno de los pisos superiores y para su mala desgracia se le incrustó en la cabeza. Lo atravesó. Lo llevaron al hospital y lograron salvarle la vida. Al poco tiempo regresó a trabajar a sus labores habituales, pero ya no era el mismo, su actitud y personalidad había cambiado. Sus amigos se percataron rápidamente, de otrora bondad que fluía en su personalidad, ahora tenía una actitud arrogante.
Mañana cuando despierte, no sé si recordaré este texto y no sé, si continuaré con esta mi humanidad o ya me habré convertido en algo que ni siquiera el Márquez de Sade pudo imaginar. Ya lo veremos.
Los periódicos quizás digan que ha muerto el hombre fiel que ayer fui, que siguen en huelga las putas de la calle zepita en Lima, que el hombre de ayer es el gigolo de hoy, pero nada dirá la prensa de esta sucia pasión, ni del trio y menos del poliamor, como dice Sabina.
©Miguel Ángel Villegas
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