DEL ANDEN AL INTI RAYMI EN BUENOS AIRES

En los últimos meses he tenido el tiempo suficiente para darme algunas escapadas al aluvión de actividades que me llegan a mi correo de las diversas presentaciones locales y de las colectividades en Buenos Aires. Por suerte en la ciudad hay mucha variedad para elegir.

Hace unas semanas atrás me llegó una invitación para ver dos obras: ANDÉN y ELLA.

La primera estaría actuada por “El Chiquito” que ya viene haciendo sus pininos en el arte. No podía faltar. Los afectos siempre han sido mi motor de arranque, al punto que si “El Chiquito” me dijera “Maiko, tengo una presentación en Tangamandapio”, yo iría aunque no supiera ¿dónde carajo queda Tangamandapio?, incluso si tuviera que cruzar a nado el atlántico. Es un gran muchacho y lentamente se ha ido convirtiendo en un hombrecito. Me encanta lo que hace y su modo de vivir en Libertad. Supongo que algo de eso le debo haber enseñado. 

La segunda obra, estaba presentada por dos actores más preparados, con mayor paso por las tablas, el tema era más complejo. Estuvo muy bueno.

Cuando llegamos a ver “ANDEN” ya había gente esperando. El Centro Cultural Olivari, no es un espacio grande, pero en lo acotado que es, brinda a todos un lugarcito. Entramos, nos sentamos, comenzó la obra. Entraron los actores y comenzó la función. Todos en silencio. Durante toda la obra se mantuvo en silencio, expectantes. Al final, todos ovacionaron. Fue una obra y un trabajo maravilloso. En resumen, la obra contaba la vida de dos Cirujas (hombre y mujer), que no eran pareja, que vivían en el andén ferroviario de cualquiera de los que hay en Buenos Aires o el Gran Buenos Aires y padecían las vivencias y las peripecias del tiempo, de la sociedad, del hambre y del amor. El amor siempre está, es infaltable. El mundo sin amor, no se mueve. El amor es ese motorcito que a duras penas nos va llevando para crecer y para vivir. Y hasta para intentar lo imposible. Cincuenta espectadores aproximadamente asistieron. Todos se amontonaron en la salida para felicitar a los actores. Su madre, feliz. “La Chiquita”, madre de “El Chiquito” estaba feliz. Lo de “Chiquito” es sólo nominativo, hace tiempo dejó de serlo, pero se quedó con ese apodo que le puse cuando era un pequeñito  de siete u ocho años cuando los conocí. Hubo festejos. 

El domingo 30 de junio, fue un días bastante frio. No tenía muchas ganas de asistir al evento que había visto publicitado durante varias semanas en las redes. A última hora me decidí y marché. El colectivo me dejó a dos cuadras. Estaba bastante entusiasmado, el año pasado me lo perdí. No todos los días uno puede ver el INTI RAYMI. 

Finalmente llegué. Observé, caminé de una esquina a la otra del Anfiteatro del parque Lezama. El frio lentamente estaba consumiendo a los paseantes y los que se comenzaban a sentar en las gradas. Muy poca asistencia. ¿Por el frio?, quizás. Había asistido porque pensaba escribir un gran artículo, pero después de casi tres horas que estuve en el lugar me queda muy poco para decir. Las ideas no sé si se congelaron o salieron huyendo por la pronta llegada del Eclipse.

Era muy loable ver a los que se dieron el trabajo de asistir a los ensayos y finalmente a esta presentación. Se murieron de frio. Lo que descolló fueron las danzas ya que la mayoría, sino todas, eran integrantes de grupos que habitualmente se presentan en la ciudad en diversas actividades. Creo que la actividad se hubiera denominado “FIESTA DE DANZAS ANDINAS PERUANAS” y no INTI RAYMI. 
Para mejorarlo, porque es una buena puesta en escena al cual le falta un poco de conocimiento de Historia del Perú y sobre todo de actuación para que tengan credibilidad los personajes. Digo esto porque el INTI RAYMI, originariamente llamado “Wawa Inti Raymi” por su creador Pachacútec como parte de la reorganización político administrativo del Imperio tenía la finalidad de mostrar su poder, su grandeza. Me imagino a Pachacútec como un gran Conquistador al igual que cada uno de los generales o gobernantes de los cuatro suyos, de modo tal que no puedo pensar que tenían una actitud pusilánime ante sus súbditos, sino de fortaleza y sobre todo, poder. Lo que vi el domingo eran niños jugando al Inti Raymi para una presentación en su escuelita del barrio. Sus diálogos no tenían sentido, no había una razón de ser, no eran creíbles. Parecía que estaban en su primer ensayo. 

Tendrán que trabajar en los diálogos del Inca y cada uno de los personajes importantes. El Willac Umu, se supone que era quien se conectaba con el Dios Sol e interpretaba para el Inca lo que el Dios Sol quería decir y este parecía que estaba pidiendo perdón. No olvidemos que estamos hablando del Imperio más importantes de esta parte del Continente, que conquistó una infinidad de pueblos, que dominó ideológica, económica y militarmente a muchos pueblos. Con la actitud pusilánime con la que lo presentaron el domingo 30 de junio no conquistan ni a los Comechingones y menos a los Quilmes. 

No debemos olvidar que  Los Incas eran los hijos de Dios, que si bien era un Dios benévolo (benévolo con sus hijos, no tanto con sus enemigos) por ende tenían todo el poder, eran los elegidos. Esto que digo se construye con buenos textos y algunas clases de actuación. Cómo dijo alguna vez dijera el querido César Vallejo “Hay hermanos, muchísimo por hacer” 

El domingo 30 de junio fue una linda tarde, muy fría donde vi a buenos grupos de danzas andinas del Perú, se nota la preparación. En cuanto al Inti Raymi, no existió, está aún muy verde, habrá que seguir trabajando. ¿Quizás por esa razón hasta el dios Sol, ese domingo se negó a salir? Quizás.
© Miguel Ángel Villegas.