Y SE LLAMA PERÚ

Guitarra Criolla
Sabía que tenía que escribir, pero lo que no sabía era sobre qué. Ayer por la tarde mientras regresaba a casa, luego de algunas tertulias con amigos en el café “La Academia”, recordé que por la mañana mientras leía y revisaba mi correo en internet, al tiempo que pispeaba  el “Feisbu” me tope con una discusión sobre Halloween (contracción de All Hallows' Eve, 'Víspera de Todos los Santos'), en la cual unos opinaban que no era una costumbre latinoamericana y que por tanto no se debería celebrar.
Otros, decían que si tanto se quejaban de la celebración del Halloween, ¿Por qué recordaban en diciembre a Papa Noél?

En medio de esa discusión recordé que en Perú el 31 de octubre se celebra el día de “La Canción Criolla”. Los historiadores posiblemente dirán que fue establecida por el presidente Manuel Prado Ugarteche mediante Resolución Suprema el 18 de octubre de 1944 como Día Central del Criollismo, con actividades en la Plaza Buenos Aires, en los “Barrios Altos”. Esta celebración surge como una reacción al movimiento indigenista de la época, la prédica mariateguista y la gran migración de los pobladores de los andes a la costa, principalmente a la capital.
Sin embargo, como coincidía con el día central de la festividad del “Señor de los Milagros” (una fiesta popular, cuya celebración se realiza durante todo el mes de octubre), lo cambió para el día 31 de octubre.

Mientras trataba de hilar las palabras para este texto, en mi computadora, de pronto, se cruzó (Creo que lo hizo a propósito) un video en cuyas imágenes aparecía Nicomedes Santa Cruz declamando una de sus
Nicomedes Santa Cruz
clásicas décimas. Yo tenía puesto los audífonos, de esos que traen micrófono incluido pero, había olvidado encender el sonido. En ese instante mi mente se transportó a mis años infantiles. Más precisamente a la época que llegué a aquél pueblito de una parte de mi infancia (tenía casi 5 años). Según cuentan las leyendas, mi clan familiar envió a mi padre a ese lugar como una especie de “castigo”. A mi me daba igual, hacía pocos meses que habíamos llegado de Jauja a Lima y mudarme otra vez, no me afectaba en nada.
María Flor Cusma Ordoñez, mi señorita de la escuelita primaria fue una de las primeras que de alguna manera influyó en mí, el amor a la poesía. Fue precisamente ella quien me acercó, mejor dicho, me obligó a aprender y recitar en alguna de las actividades de la escuela, los versos del poema “La Escuelita” de Nicomedes Santa Cruz, que rezaba del modo siguiente:

A cocachos aprendí
mi labor de colegial
en el Colegio Fiscal
del barrio donde nací.
I
Tener primaria completa
era raro en mi niñez
(nos sentábamos de a tres
en una sola carpeta).
Yo creo que la palmeta
la inventaron para mí,
de la vez que una rompí
me apodaron "mano´e fierro",
y por ser tan mataperro
a cocachos aprendí.
II
Juguetón de nacimiento,
por dedicarme al recreo
sacaba Diez en Aseo
y Once en Aprovechamiento.
De la Conducta ni cuento
pues, para colmo de mal
era mi voz general
¡chócala pa la salida!
dejando a veces perdida
mi labor de colegial. 
III
¡Campeón en lingo y bolero!
¡Rey del trompo con huaraca!
¡Mago haciéndome "la vaca"
y en bolitas, el primero…!
En Aritmética, Cero.
En Geografía, igual.
Doce en examen oral,
Trece en examen escrito.
Si no me "soplan" repito
en el Colegio Fiscal.
IV
Con esa nota mezquina
terminé mi Quinto al tranco,
tiré el guardapolvo blanco
(de costalitos de harina).
V
Y hoy, parado en una esquina
lloro el tiempo que perdí:
los otros niños de allí
alcanzaron nombre egregio.
Yo no aproveché el Colegio
del barrio donde nací…

(Las calificaciones en el Perú es de cero (0) a veinte (20), siendo once (11) la nota mínima para aprobar una materia. El diez (10) es nota desaprobatoria y va escrito en el boletín de calificaciones -Libreta Escolar- con tinta de color rojo).

En aquél pueblito de mi infancia, la música criolla no era la música habitual, pero en mi casa mi padre solía de tanto en tanto (generalmente los domingos) hacernos escuchar a Chabuca Granda o a Lucha Reyes, además de sus viejo boleros.

Ingresar a la escuela secundaria fue no sólo un cambio de escuela, un cambio de lugar, un cambio de casa (me fui a vivir con mi abuela), sino además un cambio de costumbres. En el pueblito por lo general las festividades se iniciaban el 01 de enero con la elección de las autoridades, las fiestas eran a puro huaynito, con arpa, flauta y violín. Las fiestas patronales, se diferenciaban únicamente por que solían contratar una banda de músicos que tocaban los dos días que habitualmente duraban dichas celebraciones. El mayordomo (el encargado de la festividad) tenía la obligación de alimentar a casi todo el pueblo. Digo casi, por que cualquiera podía ir a comer a la casa del mayordomo en esos dos días de festividad.  Los más pequeños nos divertíamos más que en otras ocasiones, pues teníamos más libertad.

Vivir con mi abuela, era como si me hubiera ido a vivir a otro planeta. Todo era distinto, sobre todo por que ya no podía hacer mis habituales berrinches infantiles. La abuela Lucha (madre de mi padre), era una señora muy educada, pero que no aguantaba muchas pulgas, venga de quien venga.  Los meses y los años generaron entre nosotros una relación muy particular. Yo no era muy exquisito con lo que pedía, ni tampoco era difícil de satisfacer. Cualquier regalo, era el “Gran Regalo”. Esto hizo (que no sea tan exquisito o demasiado pedigüeño), que me llevara a sus distintas reuniones. Una mejor que otra.

La Radiola servía para escuchar sus clásicos Long Play (LP), al que ella solía acompañar cantando. En aquellas tardes con Luchita, podíamos escuchar a Carmencita Lara y su vocecita inconfundible darle vida al vals “La Flor Deshojada”.
“Sabiendo tu pasado / te di mi corazón / sin importarme / que antes de mi / tuviste otro amor.  Fuiste flor deshojada cuando te conocí / sin saber que si me amabas / todo mi amor te di. (bis)…”

Radiola de mi Infancia
La misma Radiola, sirvió además, para escuchar a Chabuca Granda, Lucha Reyes, La Limeñita y Ascoy, Óscar Avilés, Alicia Maguiña, Felipe Pinglo Alva, Los Embajadores Criollos, entre otros. La música negra que también ya formaba parte del Criollismo del Perú, lo viví y aprendí cuando comencé a frecuentar a otros parientes, dentro de los que estaba “La negra Antezana” (mujer del abuelo Huberto) y sus hijos. Con ellos conocí a Arturo “Zambo” Cavero, Pepe Vásquez, Manuel Donayre, entre otros.  Yo no sé, si era por una cuestión del color de piel, pero en aquellos tiempos no le daba demasiada importancia a esas cuestiones. Recién me percaté de lo importante que era ser más “blanquito” cuando desembarqué en Buenos Aires. En alguna oportunidad contaré como lo descubrí, pero, no hoy.

Con el correr de los años han ido apareciendo nuevos interpretes que permiten la continuidad de la música Criolla, entre las más reconocidas están Susana Baca y Eva Ayllón.

Fue en aquella época que Luchita, mi abuela me enseñó a bailar el Vals. Por suerte, nunca he sido un “Patadura” y las danzas siempre me atrajeron desde pequeño. Como ya he contado en alguna oportunidad, la última vez que bailé con el grupo de danza de mi familia fue en el teatro de Huaral cuando tenía siete u ocho años En la lejanía, durante muchas reuniones con amigos nunca faltaron los valsecitos peruanos. Por supuesto, también se solían colar los incomparables “Boleros Peruanos Cantineros”.

Hoy (por ayer jueves 31 de octubre), cuando me desperté, me dieron ganas de escuchar a Arturo “Zambo” Cavero y Óscar Avilés, interpretando “Y se llama Perú”. Lo busqué en internet y me di el gusto. Uno sólo no fue suficiente y como ya estaba con toda la sangre que hervía, sin darme tregua salió por los parlantes de mi computadora las notas de una canción que nos recuerda al Perú y que decía: “Cuando despiertan mis ojos y veo / Que sigo viviendo contigo Perú / Emocionado doy gracias al cielo / Por dar me la vida contigo Perú…”
Existen innumerables temas e innumerables versos que quizás le lleguen al alma a cada peruano que los escucha en la lejanía. Esta mañana (por ayer), Yo me quedé con un verso que decía: “…Sobre mi pecho / Yo llevo tus colores / Y están mis amores contigo Perú / Somos tus hijos / Y nos uniremos / Y seguro que triunfaremos contigo Perú…”

Este es un texto que debía haber publicado ayer, pero, entre la nostalgia y las notas musicales me arrastraron inevitablemente a los recuerdos y Yo, me dejé llevar. ¿Alguno de ustedes, estimados lectores, habría podido evitar a sus recuerdos? ¿Hacerse los desentendidos? Si sus cajas toráxicas siguen emitiendo ese sonido imperturbable del sístole y el diástole, no lo creo.

Escrito por: Miguel Ángel Villegas G.
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No estamos tan mal. Pero, podríamos estar mejor, sí quisiéramos.
(Proverbio propio)
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