LAS REJAS DEL OLVIDO


Lima ya no es lo que eran en antaño, se ha transformado. Mi abuela diría “para mal”. Antes estaba poblado de putas locales en los alrededores del desaparecido Hotel Crillón, hoy, a los alrededores está poblado de putas venezolanas que ofrecen sus servicios a cualquier hora del día.  

¿Y la Policía? ¿Y el Serenazgo?, brillan por su ausencia.

¿Y el ciudadano?, simplemente “aguanta”

Hoy no voy a hablar de las características del peruano, lo iré haciendo con el correr de los textos que vaya publicando. A muchos no les va a gustar, pero, ese no será un problema mío, simplemente observo. Mi primera recomendación sería “vayan al psicólogo”, aunque preferiría que fueran al psiquiatra (estudió para tratar la salud mental). El psicólogo es como una especie de filosofo de la salud mental y nada más.

En fin, vayamos al caso.

Las marchas de protesta en el Perú son esa serie de manifestaciones populares que se están llevando a cabo en distintas ciudades del país. Estas manifestaciones han sido lideradas por diferentes grupos de la sociedad civil y han sido convocadas para protestar contra una variedad de problemas, incluyendo la corrupción, la falta de servicios públicos, la pobreza y la inseguridad ciudadana. Muchas de estas marchas han sido pacíficas, pero algunas han terminado en enfrentamientos violentos entre manifestantes y las fuerzas de seguridad.

La sociedad está polarizada. Los que están con el bando (o idea) de la extrema derecha quieren que las fuerzas armadas se ocupen del control en todo el Perú. Los que están con el bando (o idea) de la extrema izquierda quieren en seguir haciendo desmanes y provocando violencia para que regrese el ex presidente Castillo y se realice una Asamblea Constituyente. Estos dos extremos no son ecuánimes ni razonables, ambos quieren imponer.

Si a toda esa lucha de Poder de los extremos le sumamos que el peruano promedio solo usa su “cerebro de reptil”, ese razonamiento básico producto de las décadas de gobiernos mediocres, que no se ha preocupado en educar al ciudadano.

Como dije al inicio, poco a poco iremos desmenuzando este monstruo llamado Perú. 

Los líderes han desaparecido, lo que es peor, han quedo únicamente los pusilánimes y los violentos. 

Cuando vivía en el extranjero me vanagloriaba que “el Perú éramos una civilización de más de cinco mil años de antigüedad (cuando estaban construyendo Caral, construían babilonia)”

Un país que debería estar compitiendo con Alemania, Francia, Inglaterra o EEUU, está preocupado por Bolivia o Venezuela, dos de los países más mediocres en esta parte del continente.

La presidente Dina Boluarte ha sido objeto de críticas y protestas por parte de diversos sectores de la sociedad peruana debido a su gestión del país. Muchas personas han pedido su renuncia, argumentando que su gobierno ha fallado en resolver los problemas más urgentes de los ciudadanos. 

Al igual que el ex presidente Castillo, tiene asesores que no saben leer la realidad del país ni el contexto político. Son más las ansias de poder y el querer quedarse hasta el 2026 lo que la ha llevado a tomar decisiones erradas con discursos que rozan lo infantil.

Lima, la capital de Perú, desde hace tiempo se ha convertido en una especie de Gueto, sobre todo el Centro de Lima que está lleno de rejas o barreras para impedir y bloquear el avance de los manifestantes. 

Lamentablemente hay fallecidos como consecuencia de las protestas sucedidas en el Perú, ya perdí la cuenta. No estoy seguro si son 58 o 61. Sin embargo, ni la presidente Dina Boluarte y menos el Congreso quieren perder sus pingues ganancias, quieren seguir en el Poder. 

En el Perú definitivamente estamos viviendo La Odisea o la Ilíada, donde la existencia de los dos mundos no tiene punto de encuentro. El Poder Ejecutivo y el Legislativo (Los dioses del Olimpo) están en su lucha interna y no tienen ojos para los míseros mortales. Cuando por fin negocien sus ganancias, quizás se acuerden de los mortales y les envíen a Perseo o Hércules para tenerlos contentos por un tiempo.

En fin, por hoy, basta de divagación, pero que sirva este texto como introito de lo que les haré llegar en los siguientes.

Hay mucho para hablar, hay que concentrarse, hay demasiado griterío que viene de afuera y se cuela por mi ventana. Unos gritan: “Terrucos” y otros gritan “Nueva Constitución”; aunque ninguno de los bandos comprenda dichos términos, gritan.

Es lo único que saben hacer: Gritar y vomitar palabras.

Autor: Miguel Ángel Villegas




#ValleDelChillon 

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