Cuando llegó el Covid-19, lo único que pensé fue que “si mi mente se comporta como la del hombre de Neanderthal voy a perecer, quien hace unos 40 mil años no supo adaptarse a su nuevo entorno que se cubrió de nieve, ya no podía recolectar frutos ni cazar animales fácilmente”
—Debo adaptarme— me dije.
Me estoy adaptando a mi
entorno, voy logrando lentamente mis sueños pese a las dificultades y al poco
entendimiento de los peruanos en Perú. Es como si hubiera venido del futuro,
muchos, no me comprenden.
Estar en el Perú es algo
maravilloso, por que me permite observar in situ a los peruanos en su entorno,
sin obstáculos, ni ideas que se filtren y me impidan analizarlos. No me están
defraudando, lo mejor de todo es que los movimientos sociales que han sucedido
en los últimos meses me han dado parámetros. No los puedo comparar con Usain
Bolt, el atleta jamaicano, por el contrario se acercan más a Mario Broncano, el otrora promesa
del boxeo peruano que se perdió en la droga y la locura. Los peruanos no están
en la droga, sí en la locura. Hacen falta Psiquiatras.
EL ESTADO Y SUS BEMOLES.
Esta semana que pasó, los
candidatos se han presentado en el Debate que organizó el ONPE. Lo esperé con
algo de ansiedad, no me había puesto a mirar sus legajos de vida y menos sus
proyectos, así que imaginé que en el debate podría encontrar el candidato ideal
para darle mi voto el día de las elecciones.
En cualquier parte del mundo
(que no sea Iberoamericano) se espera que los candidatos muestren lo mejor de
sí para convencer a los electores, sobre todo para convencer a los indecisos.
Tres días. Durante tres
días pasaron los candidatos por la palestra. Esperé que alguno sorprendiera al
elector. Nada. Nada sucedió, y eso que no le estoy pidiendo algo
extraordinario, sólo que sea ecuánime, que sea verás y que lo que ofrece tenga
fundamento, jurídico, social y sobre todo económico para los tiempos de
Pandemia que vivimos. Nada. Se quedaron en ofrecimientos sin fundamentos
válidos, sólo meros ofrecimientos. Como ofrecer no cuesta nada, sobre todo
cuando el dinero no saldrá de sus bolsillos sino de los impuestos que pagamos
todos los peruanos, pues, ofrecen cosas inimaginables.
Un candidato ofreció
expulsar del Perú a Odebrecht como si eso fuera tan simple de realizar, otro
ofreció que traerá el Huáscar del puerto chileno, seguro enviarán un comando de
Guacamayos para rescatarlo. Varios candidatos ofrecieron entregar computadoras,
laptops con acceso a internet, olvidándose que, en gran parte del Perú, sobre
todo en el “Perú profundo” los niños necesitan un techo, vestido y un pan en
sus mesas. Necesitan lo más básico para vivir dignamente, agua, luz, desagüe.
Esos niños tendrán computadoras, pero estarán famélicos porque la pobreza los
está fagocitando. Una candidata anda ofreciendo nacionalizar el gas, en
definitiva, solo ideas para alentar al populacho. Un populacho que es ignorante.
Un populacho que en 20 años lo han vuelto vulgar, torpe y mediocre.
También, en esta semana que
pasó, Las redes sociales se inundaron de panfletos apoyando al candidato de su
preferencia, eso está bien, es lo natural, es parte de la democracia en un país
republicano como el Perú.
Regresé al Perú después de
25 años de vivir en el extranjero y me pregunto ¿Estos candidatos son lo mejor
que ha podido producir el Perú en los últimos 20 años o es que simplemente
estamos en decadencia? Vivimos de Glorias pasadas. Nos admiran por tener la
ciudadela de Machu Picchu, por las líneas de Nazca, por nuestras momias de
Paracas, pero se compadecen de nuestra condición de país tercermundista.
Volviendo a los candidatos y
al debate de esta semana que pasó, escuchar sus propuestas o farfulleos, me
preocupó el futuro del Perú, porque la única certeza que mostró el debate, que
por los siguientes cinco años seguiremos siendo un país tercermundista.
Mirar la calidad de los debates, me hizo recordar mis épocas estudiantiles en el Colegio Nuestra Señora de Guadalupe, cuando hacíamos nuestros pininos en esto de debatir ideas o cuando estaba cursando Derecho Internacional Público en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y hacíamos ensayos de Role Playing imaginando que representábamos a países en conflicto buscando una solución.
¿Usted amable lector, se
imagina a estos candidatos, con esa capacidad de razonamiento de muchachitos de
secundaria ir a negociar un acuerdo que beneficie al Perú con países como
Inglaterra, Francia, Alemania o EEUU?
Con esa calidad de
candidatos, después vamos a ver acuerdos leoninos a los intereses del Perú, donde
nuestros representantes simplemente entregan nuestros recursos naturales y
nuestro patrimonio a los consorcios extranjeros.
El problema no son las
empresas extranjeras, ellos vienen a negociar, a obtener el mejor acuerdo a sus
intereses y que les produzca buenas ganancias, el problema son los que van a
negociar los contratos representando al Perú.
Si ustedes fueran
empresarios, ¿ustedes enviarían al Sr. López a negociar un acuerdo para su
empresa, que, ante cualquier pregunta, buscaría en su bolsillo su papelito para
ver si encuentra la respuesta?
Estimado lector, no le voy a
decir por quien debe votar, pero si puedo pedirle que, usted como ciudadano
responsable, cuando vaya votar, pregúntese ¿Este señor que le voy a dar mi
voto, va a cumplir sus promesas, va a construir un mejor país para que crezcan
mis hijos? ¿Usted no dejaría a sus hijos con cualquiera y menos con alguien que
es irresponsable, o sí?
LOS PÉRUANOS Y SU SALUD MENTAL
No puedo hablar de los
candidatos sin dejar de hablar de los ciudadanos, porque, en definitiva, es la
sociedad la que produce a los hombres que los vana gobernar. Durante meses he
venido observando a los peruanos en Perú.
En esa búsqueda de respuestas,
estuve buscando el hilo que me permitiera plasmar en texto o en imagen lo que
es la mente del peruano. Hoy, ya he comprobado que el peruano es igual en
cualquier parte del mundo, eso ya lo arrastramos desde la colonia y lo
heredamos de los españoles.
Los españoles cuando
conquistaban llevaban su España a esas tierras lejanas, por eso a sus ciudades
le ponía los mismos nombres y se relacionaban con los lugareños y hasta se
fusionaban. Es decir, en las nuevas tierras, creaban una pequeña España. En
cambio, los demás imperios conquistadores no tenían una relación de interacción
con los lugareños. Así vemos que los ingleses que ocuparon la india, al
retirarse no quedaron vestigios de su presencia y si es que los hay, son
mínimos.
Un día de casualidad me
encontré con la imagen perfecta de lo que es el hombre peruano común. Esta foto
que acompaña este texto la tomé hace un mes atrás en una de las galerías que
hay en la avenida Wilson en Lima. Es el negocio de un hombrecillo que a simple
vista se nota que es una buena persona, que se dedica a reparar computadoras y
armar otras a pedido.
Lo conocí por qué tuvimos que
llevar una Laptop para que la repare y de paso nos arme una computadora a
medida.
—¡Es muy bueno, lo conozco
desde hace muchos años! — me dijo mí socio y amigo.
Cuando charlé con (vamos a
darle un nombre ficticio, pa' protegerlo) Rigoberto, comprobé con absoluta
certeza que era muy bueno en su oficio. Conozco la tecnología de las computadoras
y afines, dudo que alguien pueda engañarme, tendría que ser muy hábil para
lograrlo, hasta ahora no me encontré con alguien con esa habilidad.
Rigoberto te arma una PC en un
abrir y cerrar de ojos, hasta Bill Gates si llegara a conocerlo, lo envidiaría,
le robaría su cerebro, del mismo modo que le robó el software de la primera
computadora a Steve Jobs.
Cuando regresé a la oficina
con la Laptop reparada y la Computadora nueva que la armó en un santiamén,
todos estaban contentos.
Cada uno tendría su equipo de
trabajo.
— ¿Qué le pareció Rigoberto,
doctorcito? — me preguntó mí socio.
—¡Realmente es muy bueno!,
pero, su cabeza es un caos, por eso no crece— le respondí.
Mí socio lanzó una carcajada.
— ¿Cómo lo sabe doctorcito, si
puedo saberlo? —, me preguntó.
— Su negocio es la
representación de cómo está su cabeza. Es un desorden, un caos, todo
amontonado, sin un orden, sin limpieza sin ecuanimidad. Estoy seguro que cuando
usted lo conoció, su negocio tenía el mismo desorden— le respondí.
—Si, Rigoberto es un poco
desordenado— dijo mi socio.
— ¿Un poco Dr.?, Es el rey del
caos— le respondí.
Mí socio volvió a reír a
carcajadas.
En esta metáfora sobre este
geniecillo de las computadoras, el cerebro del hombre peruano es idéntico al de
Rigoberto, es un caos, sin orden, sin reglas claras, por eso ellos no crecen,
por ende, el Perú, no crece y no lo hará mientras sus ciudadanos no ordenen sus
cabezas. ¡Urgente, necesitamos psiquiatras!
¡Que dilema!, el peruano cree
que es el más cuerdo, que está sano. Los enfermos son los otros, algo típico en
el enfermo que no acepta su enfermedad. No estoy seguro si este desorden en sus
cabezas hace que sean irresponsables, cuanto extraño mi amigo el Dr. Augusto Flores
Cárdenas (Médico Psiquiatra, profesor de la UBA).
Con ese caos de sus cerebros,
¿Cómo puedo pedirle que elijan bien a sus gobernantes? ¿Estamos enfermos?, de
eso no hay duda, tendremos que curarnos. En algún momento debemos ser capaces
de producir líderes y gobernantes idóneos y probos. En algún momento debemos
dejar de vivir de glorias pasadas y construir nuevos imperios.
Por suerte, aún medio de tanta
mediocridad, hay pequeños atisbos de esperanza, de buenos candidatos, que están
creciendo y que quizás en el momento adecuado se subirán a la palestra para
llevarnos a la construir un nuevo imperio. El mundo vive y crece a través de
equipos. ¿Cuándo lo olvidamos? ¿Habrá sido en la época colonial?
Lo real, es que en el gen del peruano está “trabajar en equipo” y ya lo hemos demostrado cuando construimos Caral, Chavín, Nazca, Machu Picchu, la fortaleza de Sacsayhuamán o el larguísimo camino del Inca. Lo seguimos demostrando cuando en los pueblos aún se juntan a través de las “aychamas” o “Aichamas”, eso es trabajo en equipo.
A pesar que los peruanos
necesitemos ordenar el caos de nuestros cerebros, en el fondo, bien el fondo,
esta ese gen que puede liberarnos.
Este domingo debemos elegir un
candidato para gobernar el Perú por los próximos 5 años, elijamos con sensatez
y responsabilidad. Como ya dije, no le voy a decir por quien debe votar,
tampoco le diré a quien le daré mi voto. No le daré a ninguno de los 5 que
están arriba, sino a uno que ayude a servir de balance en el parlamento.
Tomemos el ejemplo de los “Yanquis” que habitualmente le otorgan su voto para
presidente al candidato de un partido y los representantes del Congreso a los candidatos de
otros partidos, para que haya un balance. Quizás no sea una democracia perfecta,
pero se acerca.
©Miguel Ángel Villegas