El destino, suelen decir que “alguien” ya lo escribió antes de nuestra llegada a este mundo. Nosotros, simplemente debemos recorrer los senderos que se nos tienen dados, señalados o marcados. ¿Cuánto de certeza hay en esa afirmación?, no lo sé. Lo que sí puedo decir, es que cada vivencia que tenemos sucede por alguna razón. En ese instante no lo sabemos. Es el futuro el que aclara todas las cosas.
Cuando era pequeño, Donatila, la mujer del Chivatero le dijo a mi madre “Tus hijos no van a salir de este pueblo, van a morir siendo campesinos”, recordó Rosendo Chamorro mientras desayunaba para ir a trabajar en la tienda de los Madzuda en el jirón de la unión.
Quizás así le haría recordar a alguno de mis personajes, las vivencias de su infancia, que dicho sea de paso, no está muy alejado de la realidad. Algunas mujeres, algunas vez le dijeron algo parecido a mi madre, pero ella, siempre nos decía “ustedes van a superar todas las expectativas y van a conseguir sus sueños. Eso sí, tienen que estudiar”.
Hace unas semanas atrás un gran amigo el matemático Peruano Rosendo Guerrero, me dio una gran sorpresa: Me regaló dos libros. Mi biblioteca sigue creciendo. Después les contaré de qué libros se trata. Al mismo tiempo, Alfredo Govea (economista, también peruano) trajo otra sorpresa. Bueno en realidad algo que ya veníamos charlando: La creación de una Biblioteca con Libros de autores peruanos. Espacio físico no hay. ¿Qué hacemos?
Finalmente decidimos hacer una especie de Biblioteca Virtual con libros en formato papel y que circule entre los asistentes a las tertulias, como en una especie de Club de Lectores. Si alguna vez asisten, se los contaremos con mayor detalle.
La cuestión es que, la sorpresa que trajo Alfredo se llamaba “Redoble de Rancas” del escritor peruano Manuel Scorza. Haciendo uso de mi amistad fui el primero en llevármelo. No les voy a contar la historia que trata la novela porque perdería la razón de ser de un libro: Encontrarse por primera con la historia y disfrutarlo.
Lo que sí puedo decir es que está ambientado en Cerro Pasco e involucra a la minera “Cerro de Pasco Corporation” y consecuente explotación de los pobladores, además de la destrucción de los recursos naturales de la región. Scorza lo narra de un modo tal que pareciera que fuera un lugar mágico, en realidad se burla de la realidad. Lo hace con intencionalidad, porque ve al campesino explotado, ultrajado. Donde la Justicia es una Sra. que vive en un burdel y se entrega al que le paga mejor tarifa. Los Jueces son meros cajeros de sus propios intereses. Sin olvidar que en el Perú de ayer (y aún persiste en el hoy), ser Militar, Abogado o Sacerdote tenía una magnitud tal que podían ser comparados con Dios e incluso podía pelearle su don divino.
Suelo decir que la cuestión en general es que hay personas buenas y personas malas. Dentro de las buenas encontraremos, arquitectos, abogados, médicos, ingenieros, policías y personas comunes. Del mismo modo, dentro de las malas encontraremos arquitectos, abogados, médicos, ingenieros, policías y personas comunes.
Y como suele suceder habitualmente, en medio de la explotación de la “Cerro de Pasco Corporation” los que también aprovechaban la oportunidad era algunos lugareños que estafaban, abusaban y en algunos casos explotaban a sus coterráneos. En Buenos Aires también he visto que se replica esa práctica: “Peruanos explotando a otros peruanos”. ¿Serán los genes?
En definitiva, todos los que enarbolaron la defensa de los campesinos, siempre han termina explotándolos o directamente matándolos. El Grupo terrorista Sendero Luminoso, lo hizo. Los gobiernos democráticos, también lo hicieron, con Alan García a la cabeza con su inolvidable “Baguazo”. Van a pasar generaciones para que este modo de ejercer presión sobre los más pobres, cambie. Los grupos políticos no sirven para nada, digo para defender los intereses del ciudadano por el modo como lo han constituido y por quienes está constituido. Para lo que sí sirve, es para que los que participan en el grupo político logren algún “puestito” en algún punto del gobierno.
No quiero cansarlos, si pueden conseguirlo, léanlo. Si no, pues esperen que siga rodando el ejemplar que tenemos en este momento y esperemos que el destino siga haciendo su trabajo con aquellos que se contentan con que les den letra, porque, aquellos que se rebelan, seguramente están avanzando, construyendo sus futuros.
Por Miguel Ángel Villegas