IMÁGENES QUE DESPIERTAN MI INSTINTO

Bajada Balta (Fotografía de Héctor Padilla)  
Cada día que me despierto, mi cabeza ya está levantada y sentada en la mesa con el desayuno servido. En su block de notas, millones de ideas. No sé si eso les pasa a todas las personas, así que no sé, si soy un hombre afortunado o un desdichado al que se le amontonan las ideas del día anterior, de la semana anterior o del mes anterior.  Aún así, hay días que no encuentro la palabra correcta para comenzar un texto. Ya es demasiado decir “encontrar la frase correcta” para escribir algún texto. Ideas, es lo que me sobran, la cuestión es ponerlas en orden. Con los años he aprendido a darles preeminencia a unas en desmedro de otras. He aprendido a darles ciertas prioridades a mis pensamientos. “La Razón” (Neocórtex) siempre me está gobernando, al menos tiene un cierto privilegio o eso le hago creer.

Todo debería ser perfecto. Una vida perfecta. Un pensamiento perfecto, un sueño perfecto. Todo es el paraíso hasta que llega “Mi Instinto” y me arrastra por caminos insospechados. Esos senderos en los cuales las bifurcaciones son impredecibles. Esos lugares donde los sueños vienen cantando o danzando, dependiendo si es año bisiesto o no. Mí instinto me ha llevado a lugares maravillosos pese a la negativa del Neocórtex. Mi instinto es soñador, es indomable, es inquieto. Cuando llega, simplemente me dejo llevar.  No me queda otra. Por alguna razón a lo largo de la vida he descubierto que cuando “mi instinto” llega y me arrastra, Yo sé que no se va a equivocar. Y… no se equivoca. 

¿Y la razón?, sé que siempre se quejará, pero a veces la razón es aburrida, mientras que el “Instinto” ha contribuido para lograr y llegar a lo que he soñado. No voy a escribir hoy sobre mi Neocórtex y su pelea con mi Instinto, quizás lo haga más adelante. 

Estas semanas, sin tener con certeza sobre qué escribir, dejé que lo que estuviera “llegando” lo haga sin tanto apuro. Llegó. 
Mientras estaba viajando por las redes, buscando alguna canción, una imagen, una letra que me ayudará a encontrar las primeras palabras de mi texto me tope con una fotografía (que acompaña a este texto) y “Mi instinto” hizo disparar los recuerdos, las emociones. 

Lima, el lugar de mis mayores recuerdos, de esas épocas cuando comenzaba a vivir la vida, las nuevas experiencias, las primeras experiencias. Los amigos son esas personas con quienes “jugando” comenzamos a poner en práctica lo que hemos ido aprendiendo desde nuestros primeros pasos dubitativos bajo la mirada atenta de nuestras madres. Los amigos son esos seres que nos sirven como laboratorio de ensayo para practicar la empatía, el ejercicio de poder, la comunicación, el liderazgo y descubrir nuestro rol en la sociedad. 

Inevitable, vivir en Lima y no escaparse a la Playa con los amigos para jugarse una “pichanguita” o simplemente para vagar. No recuerdo cuantas veces he recorrido aquél trayecto de la “Bajada Balta”, éramos un grupo de siete a ocho chicos que vivíamos en la Calle Cervantes en Lima (frente  al colegio Salesiano en la segunda cuadra de la Avenida Brasil), teníamos entonces entre 14 a 15 años. Cuando llevábamos chicas, era más divertido, ellas hacían de nuestro mundo u lugar diferente. Cuando ellas nos acompañaban cuidábamos más nuestro lenguaje. Nada de usar palabras raras o que sonaran raro. A veces también he ido por esos lugares a correr, luego a la playa y cuando llegaba el mediodía a comer ceviche en algún lugarcito cercano. El año pasado que anduve por Lima, el tiempo no me alcanzó para volver a recorrer todos los lugares de mi adolescencia. Ya me daré una vuelta otra vez. 

Cuando iba a jugar futbol los domingos al Estadio de San Isidro, después del partido, me daba una escapada a la playa para caminar y relajarme. El mar siempre me ha atraído. Nunca aprendí a nadar y eso que crecí a pasos del río. Bueno, sé mover las manos y los pies y tengo buen aguante con la respiración. Siempre he dicho “este año aprenderé a nadar bien” y ese año nunca llegó. Quizás este sea el año. ¿Me convertiré en Aquaman?, al menos aspiro a nadar como una veloz anchoveta o una mojarrita. No quiero cruzar a nado el Rio de la Plata ni el Canal de la Mancha. Tampoco hacer un triple salto mortal.
Los colores siempre me han atraído desde pequeño, quizás por esa razón me llevo bien con los pinceles y los acrílicos, con los lápices de colores y las crayolas. 

Descubrir esa imagen me recordó que los atardeceres de Lima sobre la orilla del mar es maravilloso para la vista y las emociones. Volveré y esta vez, quizás ya no me aleje nunca más. El mar siempre me atrae. ¿Será por que soy Pisciano? No sé. 

Aquellas tardes vespertinas de mi adolescencia caminando sobre la playa y disfrutando de la arena y la brisa del mar con los amigos de entonces, son recuerdos que llegan hasta mí y me hacen viajar al infinito. A ese infinito donde se guardan las historias, los recuerdos, las sensaciones Cuando mi Instinto llega, no se equivoca. Ha llegado. Pronto marcharemos hacía el horizonte en busca de nuevas aventuras, de nuevas historias. Siempre llega en el momento adecuando, ya tengo preparado las maletas: Están ligeras. 
Cuando miro hacia atrás descubro que mis padres y mi abuela son quienes a “Activaron mi Instinto” al darme absoluta libertad. Hay imágenes que despiertan mi Instinto.
© Miguel Ángel Villegas

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